El día 2 de enero salimos rumbo a nuestro destino final en Florida donde estaremos unos meses para que pueda trabajar en mi tesis y terminar con el doctorado de una vez por todas.
La despedida fue muy triste porque Diego no viajaba con nosotras. El tramo de La Paz a Guadalajara lo pasamos en silencio. Las niñas se durmieron un rato y yo leí un poco. Cuando llegamos a Guadalajara, bajamos del avión para encontrarnos con unos amigos que conocimos en Gainesville pero que ahora viven allá. Como teníamos 4 horas para tomar el siguiente vuelo, nos fuimos a su casa a desayunar unas ricas quesadillas y un chocolate caliente. Platicamos un rato y los niños jugaron un poco. Pero el tiempo pasó rápido y tuvimos que regresar al aeropuerto a tomar el siguiente vuelo.
Hablamos con Diego, pasamos a la sala de espera, abordamos el avión y ya todo estaba listo para despegar cuando el piloto anunció que se demoraría la salida unos 15 minutos porque cargarían más combustible debido al mal tiempo que hacía en Atlanta. Pero 15 minutos después, otro anuncio nos daba la mala noticia que el avión ahora NO podía despegar porque estaba muy pesado y la temperatura en Guadalajara seguía subiendo y eso afectaba no sé de qué manera el despegue. Así que la solución que daban era que se quedara todo el equipaje o que se bajaran 12 pasajeros para que el avión pudiera despegar. A las personas que se quedaran les pagarían el hospedaje, PERO no podrían tomar el vuelo al día siguiente sino hasta dos días después. Así que aunque hubo un par de voluntarios que se bajaron del avión, el equipaje de TODOS se quedo en Guadalajara y nos llegaría según los pronósticos del piloto en dos días. Aunque primero dijeron que podía tardar hasta cuatro días, yo creo que con la intención de que más gente se quedara. Pero al parecer la gran mayoría tenía que volver forzozamente a casa ese día. Por lo menos en mi caso sí era así. Tenía que llegar a recoger las llaves del departamento donde íbamos a vivir esta temporada, instalarnos, inscribir a las niñas en sus respectivas escuelas, prepar clases, y ahora con este imprevisto irme de compras porque no teníamos NADA. Las maletas que traía arriba del avión sólo traían los juguetes de las niñas. Así que la tristeza se disipó y en su lugar se instaló la preocupación.
Afortunadamente, llegamos a una ciudad donde vivimos varios años, donde tenemos amigos y donde no ha faltado quien nos eche la mano desde que llegamos -algunos casi a diario. Gracias!
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